
El zar Alejandro III de Rusia recibió el sobrenombre de “El Pacificador” porque durante su reinado Rusia no entró en guerra con nadie. Era gigante, poco refinado y de noble carácter. Piadoso y chapado a la antigua, le horrorizaba la deriva liberal y procuró dar marcha atrás en todas las reformas emprendidas por su padre Alejandro II.