
Hablamos de Alejandro I, nieto preferido de Catalina II, enemigo de Napoleón.
Accedió a la corona previo asesinato de su padre por unos conspiradores que le alzaron al poder. Esta forma de ser coronado fue un baldón para su concienca, como lo fue el no poder llevar a cabo la liberación de los siervos… fue un rey en contradicción consigo mismo: educado en ideales ilustrados y con un ojo puesto en las tradiciones y la religión.